USA sobre ruedas

Como siempre antes de un viaje, el día previo lo pasé alegremente nerviosa, apurando las últimas horas con preparativos y aún así yéndome a la cama -sabiendo que no podría dormir- tan sólo con un billete de avión ida y vuelta y una reserva de dos noches de hotel.

El año pasado en Nueva York comenzamos de forma idéntica el viaje y con excelentes resultados, aunque ahora tenemos 28 días por delante y un ambicioso objetivo: recorrer USA de este a oeste, a ser posible siguiendo la mítica carretera madre de Estados Unidos: la ruta 66.

El vuelo transcurrió sin novedad. Como siempre cuando nos toca en un asiento de 3 plazas en el centro del avión, elijo la butaca del medio, en parte para permitir a mi alto acompañante que pueda estirar las piernas y en parte con la esperanza de entablar alguna rápida conversación con la persona anónima de al lado. Me encanta esa sensación. Primero escojo un objetivo. Lo observo a hurtadillas durante un rato y, al mismo tiempo, le voy escribiendo mentalmente su historia, en un ejercicio imaginativo que practico a menudo en cualquier medio de transporte en el que me encuentre. En este caso, me tocó compartir el antebrazo de mi asiento con un puertorriqueño de mediana edad afincado en Miami que viajaba con su madre y su hijo adolescente. Venían de Puigcerdà de practicar ciclismo. Me fijé en que pedía un bloody mary, así que cuando el personal de cabina me preguntó que qué quería beber, contesté sin dudarlo: “the same”. Así probé mi primer bloody mary mix, y con ese regusto picante en la boca, saboreando el zumo de tomate y el toque exótico de las especias, la cebolla y el ajo, comenzamos a hablar de las posibilidades que se nos abrían a Marc y a mí con este viaje. “Es bárbaro que tengan tanto tiempo”, concedió el puertorriqueño, que ahora ya se había pasado al vino. “No dejen de visitar Santa Bárbara, San Francisco ni el Yosemite Park”. Así lo haremos.

……

El JFK nos recibió con lluvia y relámpagos. Nada ha cambiado en un año. Las mismas colas, el mismo vídeo de bienvenida, las huellas dactilares en la aduana mientras escruto algún atisbo de sonrisa en la agente negra que nos saca la foto. Nada.

Salimos del aeropuerto para coger la lanzadera que nos dejaría en el aeropuerto de La Guardia. En la calle la emoción me embarga de nuevo: redescubro Nueva York en la larguísima hilera de impecables taxis amarillos que nos tientan a volver a Manhattan. Bajo la lluvia fina, nos envuelven las estridentes risas de dos jóvenes negras que sacuden sus largas trencitas al caminar, mientras se cruzan con un oriental vestido de frac que arrastra un maletín sospechoso. En la misma cola de los que esperamos el bus cuento media docena de nacionalidades diferentes.

-¿No te gustaría quedarte en Nueva York, ahora que ya la conocemos? Por el gusto de volver…-le pregunto a mi compañero de viaje en un impulso. Marc me dedica una sonrisa condescendiente y no me contesta. Parece pensar: “No seas peliculera”.

No importa, porque ahora, justo en este preciso momento, he tenido la certeza de que realmente comenzaba la aventura para nosotros.

 

4 comentarios

Archivado bajo Estados Unidos, Viajes

4 Respuestas a “USA sobre ruedas

  1. Pingback: Carretera Panamericana: una ruta para conocer Chile de norte a sur | mundo circulante

  2. gollumgollum

    Suerte tengo q no pierdes detalle y este blog me sirve de apuntador de lo vivido q sino me pierdo la mitad del viaje.

  3. Jose María

    A por la harley!!!

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